Son los más comunes y su estética es atemporal. Fabricados con láminas de acero que no se oxidan, son higiénicos y fáciles de mantener, resistentes a las manchas, a los productos de limpieza y alimentos y al calor. Secarlos con un paño suave tras su uso evitará manchas de cal y mantendrá su aspecto inmejorable.
Se componen de un 80% de arena de cuarzo y un 20% de resina acrílica de gran dureza. Este material no sufre arañazos o roturas. Es resistente al calor hasta 300ºC, a los ácidos y a la luz. Su aspecto de piedra es de fácil mantenimiento y su superficie no porosa es altamente higiénica.
La porcelana utilizada para la fabricación de fregaderos se compone de cuarzo, tierra de porcelana y caolín.
Su posterior cocción a 1.200ºC proporciona a estos fregaderos una gran resistencia a los golpes, los arañazos, las manchas, los ácidos, la luz y el calor. Su mantenimiento es sencillo.
El granito está compuesto, principalmente, por cuarzo y feldespato y se forma por el enfriamiento lento de un magma a grandes profundidades, lo que le confiere una dureza sobresaliente.
Cuanto más oscuro sea el granito, menos proporción de cuarzo tendrá y, por tanto, menos dureza. Aun así, es muy resistente al rayado, la abrasión, los productos químicos y las altas temperaturas.
Su baja porosidad impide la proliferación de manchas y su color se mantiene inalterable gracias a su resistencia a la radiación UV.
Aunque el color más abundante por naturaleza es el gris, existe una amplia paleta cromática capaz de combinar con cualquier ambiente. También disponemos de multitud de acabados: pulido, apomazado, granallado, envejecido, satinado y flameado.
Son muy resistentes. Su aspecto no se deteriora con el uso diario.
Se limpian con una esponja y jabón suave.
Se trata de una combinación de propiedades provenientes del cristal templado y el acero o el cuarzo. Esta opción es higiénica, elegante y vanguardista.
El plástico reforzado con fibra de carbono es un material innovador de excepcionales propiedades.